Una sonrisa, recuperar la relación con un familiar, abrir de nuevo ese libro abandonado hace tiempo, un aplauso, coger tomates del huerto, salir a correr, un abrazo a una madre, ir de comida con los compañeros del trabajo, terminar el cuadro de tu gato, darle una palmada en la espalda a un amigo, enfadarse porque tu equipo ha perdido, un baño en la playa….esos pequeños detalles cotidianos de la recuperación de nuestros residentes son la chispa de nuestra ilusión y acompañan a los siguientes indicadores obtenidos en la valoración cuantitativa de los programas individualizados:
- Reducción drástica de recaídas y por tanto del número de reingresos
hospitalarios
- Aumento del repertorio de habilidades sociales y de la motivación para relacionarse con el entorno comunitario.
- Mejora del desempeño en la realización de actividades de la vida diaria básicas e instrumentales.
- Relación más consecuente con sintomatología, con la toma de
medicación y otros posibles tratamientos.